Salvemos a las abejas, sin ellas nos quedan cuatro años de vida; lo dijo Einstein

Las abejas: un ciclo de vida y están muriendo, ya no encuentran ambiente adecuado para sobrevivir. Dura pero verdadera y cruel realidad. Hasta hace pocos años conocí de esta situación y no podía creerlo. ¿Cómo va a ser que llegáramos hasta este extremo? Me he preguntado. Somos la especie animal más destructiva, malvada, incauta, inconsciente, indiferente y cuantas cosas más se nos ocurra, que haya habitado la faz de la Tierra. El Síndrome del Colapso de las Colmenas (así se conoce a este fenómeno) se empezó identificar a finales de los años 90 con la disminución de las colonias de abejas en los Estados Unidos. En los últimos 6 años, este país ha perdido 10 mil millones de colmenas. ¡¡Increíble, verdad¡¡

Estos bellos y laboriosos insectos son clave para la producción alimentaria; verduras como los calabacines, hierbas aromáticas, frutos secos, aceites comestibles, frutas y muchos más dependen de la polinización. Solo en Europa 400 cultivos dependen de ellas, así de necesarias son estas bellas y diminutas, organizadas, trabajadoras e incansables abejitas. De corta vida, las abejas obreras pasan de ser un pequeñísimo huevo, a larva, capullo, ninfa, crisálida y llegan a la apertura final en tan solo 15 días; la Abeja Reina tarda 23 días y los zánganos, vagabundos desde antes de nacer, 25 días. Su vida es corta, 45 días para las obreras. En ese lapso pasan a formar parte de las trabajadoras más insignes del planeta, cumplen con varias labores durante su vida y se encargan de traer el alimento a la colmena, además de hacer la deliciosa miel. Pero este no es su trabajo más importante, la producción de miel. Es la polinización, la multiplicación de las especies florales y frutales; sin polen no hay fruto, sin abejas no hay polinización. El 90% de las plantas silvestres y la tercera parte de todos los alimentos del hombre son polinizados por estas bellas amigas. ¿Y si hiciéramos la polinización de forma manual? Tendría un pequeño costo, aproximado por supuesto, de 265 mil millones de euros anuales en todo el mundo. Solo por este dato, las principales potencias de Norte América, Europa y Asia deberían estar corriendo para salvar a estos delicados animalitos alados.

Viven en sofisticadas sociedades altamente jerarquizadas, una reina por colmena, de 30 a 70 mil obreras y un centenar de zánganos. Estos últimos son dejados a su suerte o expulsados de la colmena una vez que la reina es fecundada, muerte segura pues durante su corta vida las obreras se encargan hasta de alimentarlos pues ellos no lo saben hacer solos.
Son muy sensibles a la polución, al cambio climático, a los monocultivos, pesticidas, fungicidas, a los alimentos transgénicos. ¿Y por qué, si conocemos esto, no hacemos algo urgente al respecto? Pregunta ingenua de mi parte, ¿no creen? Hay tanto dinero de por medio, pero el vil billete no lo podemos usar de alimento, así que a salvar abejas, y no tardemos mucho.

Recordemos lo que dijo Einstein: “Si la abeja desapareciera de la superficie del globo, al hombre solo le quedarían 4 años de vida. Sin abejas no hay polinización, ni hierbas, ni animales, ni hombres”.

“Sólo después de que el último árbol sea cortado. Sólo después de que el último río sea envenenado. Sólo después de que el último pez sea apresado. Sólo entonces sabrás que el dinero no se puede comer”. Profecía india