POR LA RUTA SUKIA:
Experiencia
para valientes
y
aprendizaje valioso
“TURISMO RURAL COMUNITARIO”
(TRC)
¡Mmm!!
Suena bien, no lo conocía en carne propia, quizás había oído hablar de él en algún momento. Turismo en el campo. Pero eso lo hacemos de manera común, vamos al campo a
vacacionar o a darnos una vuelta dominguera, es lo normal. Entonces, ¿qué es lo
que le da esa diferencia a esta novedosa (para mí, por supuesto) forma de
vacacionar?
Vamos
a ver. Se dice que es...
“La experiencia turística
planificada e integrada sosteniblemente al medio rural y desarrollada por los pobladores
locales organizados para beneficio de la comunicad” –definición dada por el Instituto Costarricense de Turismo (ICT), la
Alianza para el fortalecimiento del Turismo Rural Comunitario (TRC) y el Programa de Pequeñas donaciones (PPD) en
el 2005–.
Y esto ¿con qué se come?
Bueno, pues les cuento. Resulta que hace un par de semana me fui con un grupo
de caminantes
(Biocaminatas CR) a recorrer una bellísima ruta rural que ni
tenía idea que existía: LA RUTA SUKIA.
Esta ruta sale de Cerro Rejas, 23 Kilómetros, "hacia arriba" de Santa María de
Dota, a 1.768 msnm, recorriendo senderos embarrealados, pedregosos, arcillosos,
con pendientes hasta de 45°, senderos bastante riesgosos, de medio metro o menos de ancho en algunos
tramos, con la montaña espesísima de un lado y, del otro, guindos cuajados de
vegetación, hasta llegar muy cerca de Quepos, provincia de Puntarenas, (me
volví a cansar de solo describirlo, pero es cansancio mezclado con una
satisfacción inmensa). Sí, caminamos durante cuatro días por senderos llenos de
riachuelos, cascadas como velos de ángeles, cantos de pájaros que no se dejaban
ver. Todo verde, verde claro, verde oscuro.
LA RUTA
Estos
senderos fueron habilitados hace bastantes años por un grupo de valientes pobladores que
se dieron a la tarea, casi sin ayuda externa, de abrir este paso. Trabajaron durante 7 años
consecutivos, "a machete, pico y pala", como lo expresó muy atinadamente nuestro
guía, Rafa Parra, partícipe junto con su padre, hermanos y amigos de esta
hazaña, con solo su fuerza,
perseverancia, valentía y ganas de cumplir su objetivo como único norte: abrir un
camino que recorriera las montañas de la Reserva Forestal Los Santos. Todo a
pie, a caballo, comiendo lo que podían, improvisando pequeños campamentos para
dormir, cocinar (todavía quedan vestigios de esos campamentos en el camino), comer, descansar y guarecerse de los torrenciales aguaceros que caen en esta
exuberante zona de Costa Rica.
Estos valientes se encargan ahora de darle mantenimiento a la ruta, casi de la misma forma en que la abrieron: con su fuerza y su perseverancia.
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Foto:
Ronald Lobo Rojas |
Nosotros fuimos testigos de esta clase de lluvia
que moja hasta los huesos. Yo nunca había caminado tantas horas en condiciones
tan agrestes, con suelos resbalosos, pues
son, en su mayoría, de tierra arcillosa, en pendientes muy pronunciadas, por
cañones extensos donde el ancho a veces solo permite un pie delante del otro,
por donde el agua corre libremente y ya ha erosionado tanto el suelo que la
caminata era en verdad difícil. Las caídas fueron aparatosas, mojadas, sucísimas.
No
había tiempo ni fuerzas para pensar si lo iba a lograr o no, pregunta
descartada, solo se pensaba en caminar, un paso a la vez y seguir caminando.
Claro que en mi caso, como era obvio, aderecé mi tiempo llenando la cámara de imágenes
únicas.
DEJANDO AFUERA EL CANSANCIO:
En
medio de la caminata, y aquí viene lo relacionado con el TRC, fuimos recibidos
por gente de la zona, familias, hombres y mujeres, jóvenes y niños relacionados íntimamente con
el entorno.
David Rojas y Milton Badilla
fueron nuestros anfitriones en el primer albergue, BETANIA.
Una casona de
madera al natural, de dos pisos, sin electricidad, donde había que entrar descalzos
dejando afuera, junto al cansancio, la ropa mojada y las botas totalmente embarrialadas.
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Albergue Betania |
En vez de
camas, tenía pequeñas tiendas de campaña con todo lo necesario para descansar a
pierna suelta. Nos ofrecieron posada, comida, amena conversación, nos dieron
cariño, y contestaron todas nuestras inquietudes. Fue como llegar a la casa de
un tío o del abuelo. Al día siguiente pude ver la casa donde Milton vive con su
esposa y sus hijas, a lo lejos, solitaria, enclavada en medio de una gran
montaña. Él vive ahí, cerca de la zona y recibe los beneficios de estar
incluido en el TRC. Y es que como
ellos han vivido aquí durante mucho tiempo, a veces toda su vida, se conocen “al
dedillo” la historia del lugar, las “historias” de sus pobladores, los caminos, las cascadas, las maravillosas
cavernas y dónde es que se encuentran
las culebras y las ranas.
En ese lugar hasta el dueño de los caballos que nos
llevaron en sus lomos a Nidia Marcet, una de las caminantes, y se vieron beneficiados
con nuestra presencia. Todos se benefician. Ya antes, la primera noche, la pasamos en Santa María de Dota, en la
misma casa de la familia de Rafa Parra, Ahí comimos y dormimos junto a su
esposa e hijos. Desayunamos en su comedor, nos bañamos en su baño. Ahí fue donde iniciamos la aventura.
LA FAMILIA SE HACE CARGO DE TODO
Hay
que mencionar que todas las familias que “tocamos” están muy conscientes de la
importancia de promover la sostenibilidad y la protección de los recursos
naturales y culturales de la región. Casi todas producen los alimentos que ofrecen
a los caminantes, el arroz, los frijoles, los vegetales y verduras, los pollos,
los huevos del desayuno. Todo lo producen en sus terrenos. Los siembran, los
cosechan y los procesan ellos.
En el segundo albergue, TINAMÚ, la familia de
don Santiago Parra, hermano de don Rafael,
y su familia se hacen cargo de todo. Hasta Esmeralda, la pequeñita de la casa,
estuvo con nosotros conversando y corriendo de un lado para otro.
Ahí viven, ahí trabajan, ahí mismo comparten su
comida y su vida con los huéspedes.
Son
campesinos que siembran la tierra y también comparten su historia con los
visitantes. Fuimos parte de su calidez. Se experimenta de primera mano la
forma en que viven los costarricenses y cómo se esfuerzan para mantener el
ambiente.
Se conoce de cerca a las personas comprometidas con la conservación
del área rural. Ellos han recibido también asesoramiento en hotelería y manipulación
de alimentos, se han preparado para realizar, de la
mejor manera, su trabajo.
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Albergue Tinamú |
MUCHACHOS INGLESES
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Rosa Agüero con Rafa
y Santiago Parra |
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Un
aspecto importante de este tipo de turismo es que, si uno lo desea, se puede
unir a los grupos de trabajo comunitario y, según lo que don Rafa Parra nos
comentó, son más los extranjeros dispuestos a participar y colaborar en este tipo de turismo. Conocimos
un puente construido por muchachos ingleses en una de sus vacaciones.
ES UN ACCIONAR INTERACTIVO
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Casa de la familia Granados |
TODO ES POSITIVO; positivo hacia la comunidad, mejorando los servicios de
salud y educación, agua potable, electricidad y vías de acceso; positivo hacia cada una de las familias involucradas en
el camino aportándoles mejores ingresos
y nuevas fuentes de trabajo, y evita el éxodo del campo a la ciudad; positivo hacia uno mismo, creciendo en nuestro interactuar con la gente de las
comunidades. El bosque se ve beneficiado con el responsable caminar por sus
senderos, los mantos acuíferos son celosamente protegidos, los animales
respetados. Este accionar puede mantener el delicado equilibrio entre las
necesidades humanas y la protección del medio ambiente. Cuando las comunidades
se involucran es mucho más más fácil y eficaz enfrentar los problemas que se presentan.Son verdaderos agentes activos de cambio.
NO TODO LO CAMINAMOS…
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Nidia y yo cabalgamos
parte del recorrido |
A
veces no creo que termináramos la caminata. Descendimos desde 1768 msnm hasta el
nivel del mar. Atravesamos la Reserva Forestal Los Santos, una zona de gran
importancia para la conservación de cuencas hidrográficas. No todo lo
caminamos, Yo tomé un caballo en uno de los tramos cuando mis rodillas reclamaron
el esfuerzo, el descenso es muy fuerte y esto no es bueno para mis ligamentos.
Otra parte la hicimos en un emocionante 'rafting' en el limpísimo RIO SAVEGRE.
Eso no le quita méritos, más bien, nos dio más de qué hablar y recordar para el
resto de nuestras vidas. Y sí, aunque ustedes no lo crean, todos queremos volver, y lo vamos a hacer el próximo año, con un par de días más en el itinerario de caminata. ¿Pueden creerlo?